sábado, 16 de mayo de 2009

CUANDO EL ABUSO SE HACE COTIDIANO



Los venezolanos hemos aprendido a vivir en una sociedad en la que el abuso es ya un hecho cotidiano. Desde temprano y hasta la noche, tenemos que enfrentarnos a diversos abusos que ya hemos asumido como normales.


• AL TOMAR EL AUTOBÚS
Al comenzar el día y tener que irnos al trabajo, al colegio o a la universidad, comienzan los atropellos. El simple hecho de subirnos a un autobús se convierte en un periplo. No solamente porque ningún alcalde de este país ha puesto a funcionar su inteligencia para gerenciar y lograr un sistema de transporte con un servicio que valga la pena, sino que tampoco nadie ha tenido la voluntad de crear una escuela para choferes y colectores que les permita tratar con respeto a los usuarios, amén de que ningún organismo los controla y se creen los dueño de las calles y avenidas, representando un peligro para el resto de quienes circulamos por las arterias viales.

• USAR Y CANCELAR LOS SERVICIOS
Los servicios públicos son otra calamidad cotidiana de los venezolanos. La energía eléctrica suele ser tan irregular que la venta de protectores para electrodomésticos es un éxito: nadie considera comprar una nevera, computadora, microondas ni ningún otro aparato sin incluir la adquisición de un protector de voltaje. He escuchado (y yo misma he sido víctima) de cambios de voltajes tan bruscos que han fulminado equipos electrodomésticos fulminados por la acción devastadora de la energía para la cual no fueron hechos.

El servicio de agua potable es posiblemente el más deficiente. Aunque nos adentramos en el siglo XXI con tecnologías que superan la ficción en nuestro país existen comunidades enteras a las que el agua llega, con suerte, una vez a la semana. Los tambores, tobos y pipotes son el día a día de muchas familias en el país

Desde que se comenzaron a municipalizar algunos de los servicios públicos se pudo constatar la incapacidad de los alcaldes por gerenciar, por organizar y dar respuestas efectivas a la colectividad. El aseo urbano es una muestra de ello. Camiones que destilan olores putrefactos botadeos de basura infrahumanos son alguna de las desgracias con las que deben convivir los habitantes de los municipios venezolanos. También podemos nombrar los trabajadores mal pagados y pésimamente dotados para realizar esta labor nada agradable, amén de que no existe ni un solo plan educativo para que la colectividad aprenda como debe ser la disposición final de los desechos: las ciudades se han vuelto pueblos sin leyes donde cada quien hace con la basura lo que mejor le venga en gana, sin importar la salubridad, la imagen o la organización.

Como si esto fuera poco, todos estos servicios que sufrimos (porque no los disfrutamos a plenitud), tienen que ser cancelados puntualmente para que no los corten y tener que cancelar entonces un recargo extra para su reconexión. Los lugares son pequeños cubículos dispuestos en centros comerciales con un o dos cajeros (a lo sumo) que no son suficientes para la cantidad de personas que diariamente van a cancelar sus facturas.

• CONTINUAS CAMPAÑAS ELECTORALES
Desde hace unos diez años, Venezuela ha visto varios procesos electorales. Y aunque no voy a caer aquí en la pertinencia, constitucionalidad o no de estos procesos, debo decir que los venezolanos hemos pasado a ver con normalidad las campañas electorales en las que en lugar de mostrar las fortalezas de determinado candidato el contrario se esfuerza en destrozar la imagen del otro a fuerza de todo tipo de artimañas y recursos que incluyen las grabaciones ilegales, las fotografías tipo paparazzis y todo tipo de tretas imaginables.

No se muestran planes de gobierno, ni soluciones a problemas comunes, ni siquiera un lenguaje educado. Pareciera que el poder se ha vuelto un necesidad fundamental, fin último de las elecciones, en lugar de convertirse en un servidor público, elegido para gerenciar.

• ¿PERIODISTAS O PUBLICISTAS DE CAMPAÑA ELECTORAL?
Bien es sabido que los medios de comunicación de todo el mundo son empresas que responden a intereses muy bien definidos. Además existen medios de derecha, de izquierda, anarquistas, ecológicos, de ambientes (para homosexuales), de animales y de todo lo que se le ocurra a grupo humano alguno.

Sin embargo, en Venezuela, la polarización se a extrapolado tanto que la labor periodística, lejos de se esto, se ha convertido en trabajo publicitario a favor de los dos bloques que se disputan este pobre país petrolero.

No existen periodistas, existen dos grandes comandos de campaña: uno chapista y otro opositor. Ambos parecieran haber perdido la dignidad y el sentido crítico hasta el punto de que los periodistas chavistas cuando escuchan (porque ya no entrevistan, sino que plasman textualmente y entre comillas lo que dice el personaje en cuestión) no objetan ni repreguntan nada, pues ellos por lo general, están puestos para servir de eco a lo que dicen los personeros del gobierno.

Los periodistas de la oposición, al igual que sus colegas chapistas hacen lo propio pero con los personeros que adversan a Chávez. Sin embargo, ambos bandos se llenan la boca con orgullo diciendo que son ellos los que hacen el verdadero, ético, genuino y digno periodismo, cuando en realidad lo que las dos bandas hacen es servir a los intereses que han delimitado con anterioridad los grupos de poder que de una u otra manera, los comandan.

Estas son algunos de los aspectos a los que diariamente se tienen que enfrentar los venezolanos, que representa una gran falta de respeto y que sin embargo, son el diario acontecer. Afortunadamente existe todavía situaciones que nos hacen hacer más llevadera esta siuación: ir a la playa con amigos, ver una buena película, leer un buen libro, ver la vida de los tiburones por televisión por cable y reírnos, reírnos mucho de esos políticos que se presentan ante las pantallas a decir cualquier estupidez.

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